Es necesario indicar que la compasión no es pena. Nos referimos aquí al concepto de compasión budista, que junto a la alegría, al amor y a la ecuanimidad, forma parte de los cuatro inconmensurables estados de le mente. Al contrario que la pena, la verdadera compasión (que es la compasión no referencial) está libre de apego.
En palabras del 14º Dalai Lama: "La auténtica compasión mana de un claro
reconocimiento de experiencia del sufrimiento en el objeto de nuestra
compasión, y la consiguiente comprensión de que esa criatura es digna de amor.
Una compasión basada en el claro reconocimiento de que, al igual que una misma o uno mismo,
esa persona es alguien que sufre, alguien que tiene el deseo natural e
instintivo de buscar la felicidad y superar el sufrimiento; que comparte una
naturaleza divina y es una creación de una fuente divina."
Su esencia es la auto-compasión: la cualidad de generar un espacio interior de
calma, respeto, aceptación y amor incondicional. Es entonces cuando ese espacio se crea en el
exterior, envuelve a la persona y le permite encuadrar su intenso sufrimiento
dentro de la calma, la aceptación y el amor.